18 May
18May

TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD

Esta teoría considera que la conducta del ser humano es producida por ciertas energías que trabajan fuera del consciente de una persona. En base a esto Freud se inspiró utilizando la física que se existía en aquel entonces para desarrollar esta teoría psicodinámica y así realizar un estudio acerca de la personalidad del ser humano, así como la termodinámica es el estudio del calor y la energía mecánica y la forma en que uno se transforma en el otro, la psicodinámica es el estudio de la energía psíquica y la manera en que se transforma y expresa en conducta.


Sigmund Freud

Hasta la fecha, Sigmund Freud (1856-1939) es el teórico psicodinámico más conocido e influyente.  Freud creó una perspectiva totalmente nueva sobre el estudio de la conducta humana. Antes de su época, la psicología se había concentrado en la conciencia, es decir, en los pensamientos y sentimientos de los que estamos al tanto. Sin embargo, Freud resaltó el inconsciente, todas las ideas, pensamientos y sentimientos de los que normalmente no estamos conscientes. Las ideas de Freud forman la base del psicoanálisis, un término que se refiere tanto a su teoría de la personalidad como a la forma de terapia que él desarrolló.

De acuerdo con Freud, la conducta humana se basa en tres tipos de instintos o pulsiones inconscientes. Algunos instintos son agresivos y destructivos. Otros, como el hambre, la sed y la autopreservación, son necesarios para la supervivencia del individuo. Por último, está el deseo de placer que Freud consideraba el factor más importante en el desarrollo de la personalidad.


Freud supone que la personalidad se encuentra conformada por tres estructuras que son el Ello, el Yo y el Superyó. el ello es donde se producen aquellos impulsos y deseos inconscientes, es decir que es donde se manifiestan ciertas emociones donde solo queremos satisfacer nuestras necesidad o deseo sin pensar las consecuencia. Freud concibió al yo (ego) como el mecanismo psíquico que controla todas las actividades de pensamiento y razonamiento. El yo opera en parte de manera consciente, en parte de manera preconsciente y en parte de forma inconsciente. Es decir que el  Yo sería el resultado de la confrontación de los impulsos y pulsiones con la realidad, siendo así un mediador. “Sigmund Freud” según este teórico el superyó es donde se encuentran los pensamientos de ética y moral que recibimos en nuestra cultura, se tiende a manifestar el superyó a partir de los cuatro años de edad, este surge como consecuencia de la internalización de la figura del padre, como resultado de la resolución del complejo de Edipo.    

                                                                                                           



Teorías humanistas 

Esta teoría manifiesta que los seres humanos tienen una motivación que los impulsa a continuar o alcanzar sus objetivos. Los humanistas destacan el gran potencial que posee el individuo para crecer y generar cambios para el beneficio de su vida, donde este les permitirá avanzar en lo propuesto de manera personal.Este enfoque sostiene que todos somos personalmente responsables de nuestras vidas.


Carl Rogers

Uno de los más destacados teóricos humanistas, Carl Rogers (1902-1987), afirmaba que los hombres y las mujeres desarrollan su personalidad al servicio de metas positivas. De acuerdo con Rogers, todo organismo nace con ciertas capacidades, aptitudes o potencialidades innatas, es decir, “una especie de proyecto genético al que se agrega sustancia a medida que la vida progresa” (Maddi, 1989, p. 102). La meta de la vida es satisfacer este proyecto genético y convertirse en lo mejor que cada uno puede llegar a ser.

Rogers llamó tendencia a la realización a este impulso biológico. Aunque Rogers sostenía que la tendencia a la realización caracteriza a todos los organismos (plantas, animales y humanos), advirtió que los seres humanos también forman imágenes de sí mismos o autoconceptos. Así como tratamos de realizar nuestro potencial biológico innato, también intentamos hacer realidad nuestro autoconcepto, nuestro sentido consciente de quiénes somos y qué deseamos hacer con nuestra vida. Rogers llamó a este esfuerzo tendencia a la autorrealización. Por ejemplo, si el lector piensa que es “inteligente” y “atlético”, se  esforzará por estar a la altura de esas imágenes de sí mismo. Cuando nuestro autoconcepto corresponde cercanamente a nuestras capacidades innatas es probable que nos convirtamos en lo que Rogers llamó una persona con funcionamiento óptimo. Dichas personas son autodirigidas: deciden por sí mismas lo que desean hacer y en qué quieren convertirse, aun cuando sus elecciones no siempre sean acertadas. No se dejan dominar por las expectativas que otra gente tiene para ellas.” (Rogers, 1961, pp. 175-176)


TEORÍA DE LOS RASGOS

Algunas teorías que han estudiado la personalidad, se han enfatizados en las experiencias que posee el individuo desde su niñez que tiende a influir en su personalidad a lo largo de su vida. Los autores que estudiaron la teoría de los rasgos dicen que la personalidad empieza a manifestarse o inferir en la etapa adulta, es decir que de acuerdo al grado en que poseen ciertos rasgos de personalidad, como la dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad.


Gordon Allport

Para el psicólogo estadounidense Gordon Allport (1897-1967), este autor considera que cada individuo es único en el sentido de que tiene una integración de las diferentes características distinta del resto de personas (se basa en lo ideográfico, en lo que nos hace únicos), así como que somos entes activos que nos enfocamos hacia el cumplimiento de metas.

Se trata de uno de los autores que considera que la personalidad que trabaja la personalidad a partir de elementos estructurales, estables y los rasgos. Para él, intentamos que nuestro comportamiento sea consistente y actuamos de tal manera que creamos un sistema a partir del cual podemos hacer equivalentes diferentes conjuntos de estímulos, de manera que podemos responder de forma parecida a distintas estimulaciones.

Así, elaboramos maneras de actuar o expresar la conducta que nos permiten adaptarnos al medio. Estos rasgos pueden ser cardinales, centrales o secundarios, dependiendo de su importancia estructural en el sistema de nuestra mente y, por ende, algunos serán más sencillos de cambiar que otros. La personalidad vendría a ser el conjunto de los rasgos que perduran en nosotros.

El conjunto de rasgos se integraría en el propium o sí mismo, el cual se deriva de la autopercepción y autoconciencia generadas y compuestas por la experiencia de identidad, percepción la corporalidad, los intereses y la autoestima, la racionalidad y la intencionalidad.

Las cinco grandes dimensiones

 Los teóricos contemporáneos de los rasgos han reducido los rasgos de personalidad a cinco dimensiones básicas: extroversión, afabilidad, escrupulosidad, estabilidad emocional y cultural. Estas  capturan las dimensiones más sobresalientes de la personalidad humana.

 Las cincos grandes dimensiones de los rasgos de la personalidad son:

 Extroversión: calidez, sociabilidad, asertividad, actividad, búsqueda de excitación, emociones positivas.

 Afabilidad: confianza, franqueza, altruismo, conformidad, modestia, inclinación a la ternura.

Escrupulosidad/confiabilidad: competencia, orden, conciencia de los deberes, esfuerzo por alcanzar el logro, autodisciplina, deliberación.

 Estabilidad emocional: ansiedad, hostilidad, depresión, autoconciencia, impulsividad, vulnerabilidad.

 Cultura/intelecto/apertura: fantasía, estética, sentimientos, acciones, ideas, valores.


Teorías del aprendizaje cognoscitivo-social

 En contraste con las teorías de los rasgos de la personalidad, las teorías del aprendizaje cognoscitivo-social sostienen que la gente organiza internamente sus expectativas y valores para guiar su conducta. Este conjunto de estándares personales es único para cada uno de nosotros, y surge de la historia de nuestra vida. Nuestra conducta es el producto de la interacción de cogniciones (cómo pensamos acerca de una situación y cómo vemos nuestra conducta en esa situación), el aprendizaje y las experiencias previas (que incluyen el reforzamiento, castigo y modelamiento) y el ambiente inmediato.

 Expectativas, autoeficacia y locus de control


Albert Bandura

 Albert Bandura (1977, 1986, 1997) afirma que la gente evalúa una situación de acuerdo con ciertas expectativas internas, como las preferencias personales, y que esta evaluación influye en su conducta. La retroalimentación ambiental que sigue a la conducta actual influye, a su vez, en las expectativas futuras. De esta forma, las expectativas guían la conducta en una situación determinada, y los resultados de la conducta en esa situación moldean las expectativas en situaciones futuras. A su vez, las expectativas llevan a la gente a conducirse de acuerdo con estándares de desempeño únicos, que son medidas de excelencia determinadas individualmente mediante las cuales juzga su conducta. Quienes tienen éxito en la satisfacción de sus propios estándares de desempeño interno desarrollan una actitud que Bandura llama autoeficacia (Bandura y Locke, 2003). Por ejemplo, dos jóvenes mujeres que prueban por primera vez un juego de video pueden experimentar la situación de manera muy diferente, incluso si sus puntuaciones son igualmente bajas. Una con un alto sentido de autoeficacia encontrará que la experiencia es divertida y estará dispuesta a obtener las habilidades necesarias para avanzar al siguiente nivel del juego, mientras que la otra con un bajo sentido de autoeficacia se siente descorazonada por la baja puntuación, asumirá que nunca será buena con los videojuegos y no volverá a jugar nunca.


 ¿Cómo interactúa la personalidad con el ambiente?

 Hemos visto que los teóricos de los rasgos tienden a creer que la conducta es relativamente consistente a través de situaciones. La gente “agradable” tiende a ser así en la mayoría de las situaciones todo el tiempo. En contraste, los teóricos del aprendizaje cognoscitivo-social consideran a la personalidad como los procesos cognoscitivos relativamente estables que subyacen en la conducta, la cual es un producto de la persona y la situación. En cualquier momento, nuestras acciones son influidas por la gente que nos rodea y por la forma en que pensamos que debemos comportarnos en una situación determinada. De acuerdo con esta última visión, aunque la personalidad subyacente es relativamente estable, es probable que la conducta sea más inconsistente que consistente de una situación a otra.

 

Evaluación de la personalidad ¿Cómo evalúan los psicólogos la personalidad?

 En ciertos sentidos, evaluar la personalidad es como evaluar la inteligencia, pues tratamos de medir algo intangible e invisible. Y, en ambos casos, una “buena prueba” es aquella que resulte confiable y válida; es decir, aquella que proporcione resultados confiables y consistentes, al tiempo que mida lo que pretende medir. Además, factores como la fatiga, el deseo de impresionar al examinador y el temor de someterse a evaluación afectan el desempeño de la persona en la prueba. Pero existen algunas dificultades especiales en la medición de la personalidad. Como se sabe, la personalidad refleja la conducta característica. Para medir la personalidad, los psicólogos usan cuatro herramientas básicas: la entrevista personal, la observación directa de la conducta, las pruebas objetivas y las pruebas proyectivas.

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